La expresión vestir el pie se volvió, con el tiempo, una imagen de marca indisociable de la denominación ARCOPÉDICO, pero pocos saben que esa situación nació en el lejano 1966 por mera casualidad. De hecho, cuando el gran ideólogo y fundador de lo que hoy es una realidad internacional, el Prof. e Ing. Elio Parodi, científico nacido en 1914 en Italia, multi doctorado en medicina biológica e ingeniería química, junto a su joven esposa portuguesa, Maria de Lourdes Rodrigues Marrocos, vino a Portugal de regreso de un Congreso Universal sobre ortopedia que se desarrolló en Örebro, en Suecia, trayendo la fuerte convicción de que el arco del pie es el soporte central de la columna vertebral y por eso debe estar apoyado de modo conveniente. Así, después de llegar a Oporto inició el desarrollo de profundos estudios sobre ese tema y en poco tiempo realizó y patentó una plantilla ortopédica con el correcto apoyo del arco del pie, sostenida por dos filos con soporte longitudinal. A partir de entonces se originó el nombre ARCOPÉDICO. De hecho, súbitamente, sin embargo, el Prof., sin poseer ninguna disposición ni habilidad específica para el mundo de la confección de calzado, se encontró con un problema para el cual su mente altamente docta no estaba preparada, de qué tipo de empella se debería adoptar en el zapato de apoyo correcto del pie. No obstante ello, su fértil mente dejó de inmediato de lado la posibilidad de dotar aquella conquista tecnológica de una empella de piel vulgar, incluso porque en los años sesenta del siglo pasado las pieles utilizadas eran verdaderamente rígidas y dolorosas para los pies cansados. Luego de incontables intentos con varios materiales, su erudición química le hizo posible la genial creación de un género de hilo de nylon, tejido de una forma innovadora, que no sólo permitiría la inyección directa en la suela, sino que también haría posible que quien lo calzase sintiera un bienestar absolutamente incomparable, gracias a la total ausencia de puntos de fricción. Pues bien: una vez terminada la obra y acompañado por su fiel esposa y su hijo mayor Carlo, joven de veinte años con un innato espíritu luchador, se presentó ante los más expertos y sabios vendedores de calzado del país. ¡Qué desilusión! ¡A nadie le interesó las propiedades técnicas e innovadoras de ese zapato horrible! Una frase, dicha por uno de esos vendedores, ha quedado en la historia de la empresa: ¡ni atrás de una piedra! (alguien usaría unos zapatos como esos). Fue entonces que el indómito espíritu de la joven lisboeta, esposa del científico italiano, surgió y formó mucho más que un equipo de demostradoras de contacto directo con el público, sino que desarrolló una masiva difusión que se volvió legendaria. Es un hecho que ARCOPÉDICO, nacido de la mente de un genio con el único objetivo de proporcionarle un apoyo correcto al arco del pie para que este sostenga la columna vertebral en un ángulo más consensual, le debió su éxito, sobre todo, a la característica proporcionada por casualidad: vestir el pie.